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Carta abierta a la "trepadora"

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Querida Amiga, la que llaman "la trepadora":

¡Qué alegría que hayas podido sacar un tiempo de tu cargada agenda la mañana del pasado lunes, para tomarte un café conmigo! Me dio mucho gusto ver lo linda que estás, con tu cabello siempre arreglado, tu maquillaje delicado, tu atuendo tan bien pensado, que refleja todo el encanto de tu personalidad. Tú siempre te ves tan saludable, tan bien puesta, tan próspera. Tú brillas. Estás, como dicen, "en la línea". Te felicito por sacar el tiempo para cuidarte, hacer ejercicios y alimentarte bien. No creas que me pasó por desapercibido que desayunaste una porción de granola orgánica con yogurt y un café, por supuesto, con leche descremada.

Pero me estoy yendo por la tangente... Aunque estás tan guapa que los años parecen no pasar por ti y que luces como una muchachita, yo sé, porque soy tu amiga íntima, que eso de "tu juventud" es una apariencia. Tú vas más allá como mujer, tu propuesta no es tan simple y llana, porque tienes cierta sabiduría acumulada durante tantos años de trabajo, de sudar y quemarte las pestañas, de vencer obstáculos, de ir tras tus sueños y de disfrutar los éxitos que te has ganado con tu tesón y perseverancia.

Sin embargo, porque te conozco, sé que aún con tu carácter genuino eres una incomprendida; como concepto eres difícil de definir; eres una mujer tergiversada por la opinión pública y la sociedad. Los hombres y las mujeres no siempre son justos contigo y te tratan mal, sospechan de ti, te miran raro cuando llegas a un café a desayunar con otra amiga, discriminan en tu contra. Será porque se dejan "comer el cocote" y manipular por paradigmas antiguos que definen lo que supone que sea una mujer; unos moldes de silencio, conformismo y sumisión o de "mujer trofeo Miss Universo" que hace tiempo están más que obsoletos. Pero algunos mitos, sobre todo si gozan de mucho arraigo en la conciencia colectiva falocentrista, son bien difíciles de superar.

¿Sabes, amiga? He estado pensando mucho en el por qué tus conocidos dicen que tú lo único que eres es una "buena trepadora". Y no encuentro las respuestas. Dicen que a ti todo lo que tienes, lo que has logrado en tu vida, el avance y los reconocimientos de tu carrera o la felicidad y el confort que has encontrado a nivel personal, te ha caído del cielo como un rico bollo de pan dulce. Dicen que rompiste la piñata y te cayeron todos los dulces en la falda. Dicen que has tenido la suerte de que todo eso te lo pusieron delante en una bandeja de plata, para que tú te sirvieras a gusto y a dos manos llenas. Dicen que por tu linda cara, por tu cuerpo, por tus ovarios, te lo han regalado todo. ¡No he conocido a mujer con más suerte que tú, maldita sea!

Algunos, los menos hipócritas y más creativos dicen que no has hecho nada más que buscar a quien "pegarte a chupar" como una sanguijuela, después de haberle danzado tus caderas con ritmo hipnotizador. Otros, los más moralistas, dicen que no tienes escrúpulos y que andas por la vida con un machete en la boca, que estás dispuesta a acabar con quien se te cruce por tu camino con tal de conseguir los privilegios de los que ahora disfrutas.

¿De dónde sacarán todas esas ideas? Tengo muchas preguntas, pero no encuentro las contestaciones. Déjame entonces recordar nuestra conversación --y tú eres buena conversadora-- para ver si así obtengo mejor información, ya sabes, de una fuente fidedigna. Sé que dices lo que sientes y piensas, sin pelos en la lengua y que seguramente podré identificarme contigo y entenderte bien.

Yo: Amiga, la trepadora, ¿A qué edad empezaste a trabajar?

Amiga Trepadora (AT): Pues fíjate que yo siempre he trabajado. En la escuela superior siendo todavía adolescente, comencé a escribir en el periódico estudiantil, reportando sobre los problemas y actividades del colegio y luego sobre lo que ocurría en mi comunidad.

Yo: ¿Y después, cuando terminaste el colegio, qué hiciste?

AT: Pues me fui a estudiar mi licenciatura en una excelente universidad, algo que me llena de orgullo. Creo que me aceptaron porque, modestia aparte, siempre fui muy aplicada en mis estudios, muy responsable y estudiosa y me gradué con uno de los mejores promedios de mi clase.

Yo: ¡Ah, mira qué bien, te felicito por eso! Y ¿mientras estudiabas, trabajabas?

AT: Si, fíjate que siempre me mantuve trabajando para poder cubrir mis gastos universitarios y para poder vivir. Aunque en mi familia no faltaba nada, no éramos ricos. Primero trabajé en un teatro y luego como asistente en la oficina de asuntos latinoamericanos de la universidad. Ahí pasaba las tardes trabajando. En la noche estudiaba duro para mis clases porque la carga de trabajo era intensa.

Yo: ¡Wow! entonces siempre has trabajado...

AT: Sí, siempre he trabajado. A mí me gusta trabajar. Luego obtuve una beca para hacer mis estudios de posgrado en otra universidad muy buena. Ahí trabajé como profesora. Tenía un grupo grande de estudiantes.

Yo: ¿Y por qué será que dicen que tú no has hecho ni haces nada, que eres una trepadora?

AT: Yo me imagino lo que piensan, pero no vale la pena decirlo...

Yo: Sigamos pues entonces. Luego de obtener todos tus títulos universitarios, a base de trabajo y estudio, ¿qué hiciste?

AT: Pues me busqué un empleo, porque tenía que ganarme la vida y pagar las cuentas. Y no me puedo quejar porque me ha ido bien, considerando que a veces mi estilo de trabajo, mi ética laboral y personal, mi seguridad al hablar, mi experiencia en ciertos temas parece no sentarle bien a algunas personas.

Yo: Ahí puede haber una clave, ¿será por eso que te dicen "la trepadora"?

AT: Pues no sé, aunque la situación ha empeorado en años recientes.

Yo: ¿Tú me quieres decir que a pesar de tener la evidencia de una educación y trabajo a tu favor, eso no vale nada, es basura?

AT: Tal parece que así es. Todo lo que he hecho en la vida, solo me ha ganado el título de TREPADORA. Todavía es la hora que para algunos miembros de esta sociedad es inconcebible que una mujer trabaje y tenga éxito basado en su talento, que tenga educación, que sepa hablar y defender sus ideas, que cuente con destrezas profesionales y personales, una mujer cuyos principios sean el esfuerzo y la perseverancia.

¡Ay Amiga, la que llaman "la trepadora"! Quiero que sepas que no estás sola...

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